Más que Patas y Colitas: El amor incondicional de nuestros peludos

Cada 21 de julio celebramos una fecha que no pasa desapercibida para los corazones sensibles: el Día del Perro. Pero no es cualquier día; es un recordatorio del amor más puro, de la fidelidad sin condiciones y de esos pequeños (o grandes) peludos que, con una mirada, un lamido o una travesura nos cambian por completo el día. En un mundo donde todo va tan rápido, los perros nos enseñan a detenernos, a vivir el presente, a disfrutar del aire, del juego y, sobre todo, del amor verdadero.

Hablar del “perro amoroso” no es un adjetivo casual. Es una definición que engloba toda la esencia de estos compañeros de vida. Son seres que nos reconocen por el alma, que no juzgan nuestro aspecto, que no les interesa nuestro éxito o nuestros fracasos. Nos aman porque sí, simplemente porque existimos. Son ellos los que nos esperan tras la puerta, los que nos acompañan en días grises y los que, con una simple caricia, hacen que las heridas emocionales sanen más rápido.

El valor emocional y espiritual de los perros en nuestra vida

Está demostrado por estudios científicos que convivir con un perro reduce el estrés, la ansiedad y mejora nuestra salud física y mental. Pero más allá de la ciencia, están los testimonios diarios de millones de personas que afirman que su perro ha sido su razón para seguir adelante. Porque no hay tristeza que no alivie una cola moviéndose con entusiasmo, ni soledad que no cure un cuerpo peludo que se acuesta sobre nuestras piernas solo para estar cerca.

Los perros son terapeutas sin título, enfermeros sin diploma, maestros sin aula. Nos enseñan empatía, paciencia, ternura, responsabilidad. Nos muestran que el amor no necesita palabras ni gestos grandilocuentes. Ellos solo están, y eso basta.

En la Universidad de La Salle… también ladran los corazones

Y es que en el corazón académico también hay espacio para los latidos peludos. En la Universidad de La Salle, el amor por los animales es más que evidente. Desde los estudiantes que caminan por los campus acompañados de sus perros, hasta los docentes y administrativos que reconocen el valor emocional y simbólico de estos seres, los peludos se han ganado su lugar.

La Salle, con su mirada humanista y ética, entiende que formar profesionales va más allá de la teoría; es también formar seres humanos sensibles, comprometidos con la vida en todas sus formas. Por eso, el cariño por los animales, y en especial por los perros, se convierte en parte de una cultura de respeto, afecto y cuidado. No son pocos los eventos, campañas y actividades que involucran a nuestros amigos de cuatro patas. Incluso en momentos de tensión académica, no falta el perrito que deambula por ahí robándose una sonrisa o una caricia que lo dice todo.

Los peludos de la Universidad de La Salle son parte viva del espíritu comunitario. Nos recuerdan que también se aprende desde la ternura, desde el vínculo afectivo, desde el amor por lo sencillo. Son, sin duda, embajadores silenciosos de un mensaje que no necesita ser gritado: la convivencia, la alegría y el respeto por todos los seres.

Un día para celebrar… pero también para reflexionar

El Día del Perro no solo debe ser un motivo para llenarlos de galletas y premios, aunque no está nada mal, sino también una oportunidad para pensar en la realidad de tantos perros sin hogar, abandonados, maltratados o ignorados. Que este día nos convoque a ser más conscientes, a adoptar en vez de comprar, a educar con el ejemplo, a construir una sociedad donde el amor y el respeto hacia los animales sea la norma y no la excepción.

Desde el campus hasta nuestros hogares, desde las bibliotecas hasta los parques, que los ladridos se sigan escuchando como cantos de alegría. Que nunca falte un perro amoroso en nuestras vidas, y que nunca les falte un humano que los ame como merecen.

¡Feliz día para todos los peludos La Salle!