Para el equipo de la Coordinación de Pastoral y Sentidos de Vida, la semana de receso, cuando la rutina universitaria hace una pausa, es mucho más que un descanso. Es una oportunidad para promover experiencias de fe, liderazgo y servicio, que inviten a reflexionar sobre el valor de conectar con los demás, con la naturaleza y con uno mismo.
Con ese propósito, se llevó a cabo una experiencia misionera en Pasca, Cundinamarca, en colaboración con el padre Héctor Fabio Ramírez Loaiza, párroco del municipio. La invitación fue acogida por 25 estudiantes, de los cuales 12 participaron activamente, acompañados por cinco profesionales de la Coordinación de Pastoral y Sentidos de Vida.
Del 5 al 11 de octubre, los participantes cambiaron el ritmo de la ciudad por el aire fresco de Pasca para vivir en carne propia lo aprendido en la práctica formativa “Misión con tu gente, Misión con ambiente”, una experiencia de inmersión fraterna que buscó fortalecer lazos, sembrar esperanza y poner en práctica la identidad lasallista y el cuidado de la casa común.
Encuentros que transforman
La agenda de la misión estuvo llena de espacios de encuentro y aprendizaje. Las mañanas se dedicaron a talleres formativos y recreativos con niños, niñas y jóvenes de la Parroquia Nuestra Señora de la Encarnación, donde, entre risas, dinámicas y dibujos, se abordaron temas esenciales como la Identidad, el cuidado de la casa común a partir de la encíclica Laudato Si’, la Sinodalidad, la Fraternidad y la Esperanza.
La experiencia también se extendió a las veredas Colorados y El Molino, donde los jóvenes misioneros conversaron con la comunidad sobre sostenibilidad y gobernanza. Además, se llevó a cabo un taller clave para la vida comunitaria: la prevención de violencias basadas en género, promoviendo el respeto y la empatía como fundamentos del tejido social.
Una misión que tocó corazones
Cada tarde, cuando el sol comenzaba a descender, los misioneros se convirtieron en caminantes del territorio, visitando familias y recorriendo las calles y veredas cercanas a la parroquia. Su labor fue sencilla pero profundamente significativa: escuchar, acompañar y llevar esperanza a quienes más lo necesitaban, especialmente a las personas que, por la distancia o las dificultades, no podían participar de los espacios comunitarios.
Cada visita se transformó en un intercambio de historias y gestos de humanidad, recordando que la misión no solo consiste en hablar, sino en compartir y construir puentes de cercanía.
Más que una experiencia, una lección de vida
La semana en Pasca fue mucho más que una actividad extracurricular: se convirtió en una lección de vida que dejó huellas imborrables en los corazones de los participantes.
Esta experiencia reafirma la apuesta de la Universidad de La Salle por una formación integral que sale de las aulas para encontrarse con la realidad del país. Demuestra que la academia cobra su verdadero sentido cuando pisa el territorio, escucha a su gente y se compromete con las periferias, haciendo de la educación y la fe un verdadero motor de cambio y esperanza.
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