Durante seis años, el Hermano Niky Alexander Murcia acompañó a la Universidad de La Salle con una visión que unió fe, propósito y gestión. Su paso por la Rectoría deja una huella marcada por la serenidad en el liderazgo, la confianza en el trabajo colectivo y la convicción de que la educación transforma cuando se vive desde la comunidad.
Bajo su orientación, la Universidad afrontó uno de los periodos más desafiantes de su historia reciente: la pandemia, que puso a prueba la capacidad institucional en todos los frentes. Fueron meses en los que la Universidad no se detuvo, sino que reorganizó su vida entera para mantener el aprendizaje, acompañar a su comunidad y sostener su compromiso social en medio de la inestabilidad económica y las transformaciones que impactaron al sector educativo.
Su gestión se refleja en múltiples acciones que hoy fortalecen a Unisalle:
En lo académico, impulsó el crecimiento de la producción científica, la consolidación de programas de posgrado y la diversificación de trayectorias formativas en distintos niveles y modalidades.
En lo institucional, promovió la creación del Sistema de Acompañamiento Integral, la renovación de la infraestructura y el desarrollo tecnológico, junto con una cultura organizacional basada en la confianza y el aprendizaje continuo. Además, fortaleció los espacios para el bienestar y la vida universitaria, entendiendo que la formación también se construye desde la experiencia cotidiana y el cuidado mutuo.
En materia ambiental, la Universidad alcanzó estándares que la posicionan hoy entre las más verdes del país, comprometida con el cuidado de la Casa Común a través de la actualización de lineamientos, la reducción de plásticos y residuos, el fortalecimiento de la economía circular y la preservación de más de 500 hectáreas de ecosistemas.
El impulso a las unidades productivas universitarias, el crecimiento sostenido del número de estudiantes, la expansión de los programas virtuales y la búsqueda del equilibrio financiero en áreas clave son también reflejo de una gestión orientada a la sostenibilidad y al servicio.
Su apuesta por la innovación, el trabajo interdisciplinario y la cooperación académica internacional permitió abrir nuevos caminos para la docencia, la investigación y la proyección social. Del mismo modo, se avanzó en la consolidación de una red de relaciones estratégicas con empresas, gobiernos y organizaciones internacionales que fortalecieron la investigación, la extensión y el impacto social de la institución.
El Hermano Niky ha sido un rector cercano y siempre dispuesto al servicio de este proyecto educativo, que comprendió la importancia de la ruralidad para el país y para la misión lasallista. Bajo su liderazgo, la Universidad fortaleció el Proyecto Utopía y consolidó iniciativas académicas y sociales que reafirman el compromiso con los territorios, la equidad y la transformación de las comunidades rurales.
Cada una de estas acciones se nutrió de una mirada profunda sobre lo que significa educar para el bien común y formar personas —estudiantes y egresados— capaces de pensar con sentido crítico, decidir con libertad y servir con compromiso en los distintos ámbitos donde hoy hacen presencia.
Gracias al Hermano Niky porque hoy deja una universidad en marcha, con metas claras y comunidades que se reconocen parte de un mismo propósito. Su paso por la Rectoría no se mide solo en cifras o logros visibles, sino en la manera en que alentó a cada persona a creer en lo posible y a sostener la esperanza incluso en los tiempos más inciertos.
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