Fe y reflexión en comunidad universitaria

Del 05 al 16 de mayo, la Universidad vivió la Novena a San Juan Bautista de La Salle, Patrono Universal de los Educadores. Fue una oportunidad para el encuentro entre la espiritualidad, la reflexión académica y la oración compartida. Cada día tuvo su propio latido, animado por una unidad académica diferente, que guiaba con calidez los momentos de saludo, renovación de la presencia de Dios, oración al Fundador y lectura de intenciones. Y es que, en medio de lo cotidiano, esta novena nos recordó algo esencial: educar no es solo enseñar sino acompañar a otros en el camino de convertirse en personas plenas, al servicio de un mundo más justo, más humano.
Hubo un momento especialmente poderoso: la reflexión comunitaria. Con palabras sencillas pero cargadas de sentido, nos invitaba a detenernos y preguntarnos desde lo más hondo: ¿Qué huellas de la identidad lasallista surgen desde mi disciplina?, ¿Qué puedo aportar, desde mi formación, a la sociedad colombiana. Y luego, como símbolo de lo compartido, emergía una palabra, un objeto o una imagen. Algo concreto, casi íntimo, que hacía visible la certeza de que fe y ciencia no se excluyen sino que se abrazan en el compromiso de educar con sentido. 
Las intenciones diarias fueron un espejo de nuestras preocupaciones más profundas: la paz que anhelamos, el valor del trabajo digno, la justicia que sueñan nuestros jóvenes, el cuidado de la casa común, la vida en las comunidades rurales, el llamado a servir con generosidad. Todo dicho en un lenguaje claro, cálido y  cercano.
Las facultades de Ciencias Agropecuarias, Educación, Ingeniería, Arquitectura Diseño y Urbanismo, Ciencias Básicas y Aplicadas, Ciencias de la Salud, Economía Empresa y Desarrollo Sostenible, la Escuela de Humanidades y Ciencias Sociales, la Formación Técnica Laboral y el campus de Utopía, se sumaron con entusiasmo a este camino espiritual. Y sí, fue más que una serie de encuentros. La Novena Lasallista 2025 se sintió como una pausa en medio del ruido. Una oportunidad para hacer comunidad, orar juntos, pensar el mundo desde el Evangelio y dejarnos movilizar por la esperanza. Porque cuando la fe se entrelaza con el conocimiento, nace algo profundo: una educación que transforma.