En un contexto mundial donde el hambre y la desnutrición siguen siendo flagelos persistentes, iniciativas como las desarrolladas en la Universidad de La Salle se convierten en faros de esperanza y transformación. Desde el espacio académico de Química de los Alimentos, estudiantes de esta prestigiosa institución han demostrado que es posible pensar, crear y actuar desde la educación superior para dar respuesta a uno de los más urgentes Objetivos de Desarrollo Sostenible (ODS): el Hambre Cero.
Guiados por la docente María Patricia Chaparro González, los futuros profesionales emprendieron el reto de formular prototipos alimenticios innovadores que respondieran a necesidades nutricionales reales y, a su vez, promovieran el uso de materias primas locales con alto valor biológico. Esta experiencia no solo fortaleció sus conocimientos técnicos y científicos, sino que también fomentó un profundo sentido de responsabilidad social, empatía y creatividad.
La ciencia como aliada de la nutrición y la innovación
El proyecto se fundamentó en criterios científicos rigurosos. Las materias primas seleccionadas alpiste, linaza y chontaduro fueron elegidas por su riqueza nutricional, especialmente en proteínas y fibra dietaría. Desde la química de los alimentos, los estudiantes analizaron las interacciones entre macromoléculas y micronutrientes, y buscaron ingredientes que no solo cumplieran con estas propiedades, sino que también fueran innovadores y accesibles en Colombia.
Uno de los aspectos más destacables fue la capacidad de los estudiantes para adaptar sus formulaciones a diferentes grupos etarios: niños, jóvenes y adultos. Para ello, se apoyaron en fuentes oficiales como la Encuesta Nacional de Situación Nutricional (ENSIN 2015), la Tabla de Composición de Alimentos Colombianos (TCAC 2018) y la Resolución 3803 de 2016 del Ministerio de Salud y Protección Social. Este enfoque riguroso les permitió contextualizar las necesidades nutricionales del país y diseñar productos alineados con dichas demandas.
El desafío de innovar con ingredientes no convencionales
El trabajo no estuvo exento de retos. En el caso del chontaduro (Bactris gasipaes), los estudiantes enfrentaron la dificultad de integrar un fruto poco conocido en la dieta de adolescentes bogotanos. Su sabor y aroma intensos implicaban un reto sensorial, pero con creatividad y técnicas precisas lograron desarrollar una torta alta en proteína, libre de gluten y con adición de lactosuero, sin que el chontaduro dominara el perfil del producto. El resultado fue un prototipo exitoso, ejemplo claro de cómo es posible resignificar ingredientes subutilizados en propuestas alimentarias atractivas y funcionales.
Similar fue el caso de la harina de alpiste (Phalaris canariensis), comúnmente asociada con la alimentación de aves. El mayor reto fue derribar prejuicios y lograr una textura y sabor agradables. A esto se sumaron los desafíos técnicos de conservación, mezcla con otros ingredientes y aceptabilidad sensorial. No obstante, los estudiantes demostraron que, con investigación, ensayo y error, y compromiso, es posible superar las barreras culturales y técnicas en favor de la nutrición humana.
Aprender haciendo: una pedagogía transformadora
Desde la perspectiva de la docente Chaparro, este tipo de experiencias transforma profundamente la formación académica. No solo despierta el interés de los estudiantes por lo práctico gracias a la modalidad de aprender haciendo, sino que también estimula el pensamiento crítico, el diseño de soluciones y la toma de decisiones fundamentadas. Este proceso implica la formación de profesionales integrales, capaces de asumir retos complejos con creatividad, sensibilidad social y pensamiento científico.
Compromiso universitario con el desarrollo sostenible
Los estudiantes de la Universidad de La Salle demostraron un compromiso ejemplar con los ODS. Su trabajo no se limitó a un ejercicio académico, sino que representa una contribución real a la seguridad alimentaria y nutricional del país. Además, sentaron las bases para el desarrollo de alimentos funcionales sostenibles, con potencial para mejorar la calidad de vida de comunidades vulnerables. El uso de materias primas autóctonas, de fácil acceso y con alto valor nutricional, también promueve la sostenibilidad agrícola y económica local.
Aunque estos prototipos aún se encuentran en fase de desarrollo, ya se vislumbran escenarios de implementación concreta. La siguiente etapa incluirá análisis bromatológicos, estudios de costos y ajustes técnicos para su producción a escala. En este camino, el acompañamiento docente ha sido crucial, motivando a los estudiantes a continuar con sus ideas, reconociendo que están muy cerca de impactar positivamente en contextos reales, especialmente aquellos marcados por la desnutrición y la pobreza alimentaria.
Entre los productos más destacados se encuentran los waffles de plátano y harina de linaza, una combinación que evitó el uso de chía, resaltando las propiedades funcionales de ingredientes locales, fácilmente disponibles y de bajo costo. Estos waffles y muffins no solo aportan nutrientes clave, sino que también representan un alimento versátil, adaptable a los gustos de diferentes grupos poblacionales.
La experiencia liderada por los estudiantes de la Universidad de La Salle demuestra que la academia tiene un papel protagónico en la construcción de soluciones reales para los problemas del país. Apostarle a la innovación alimentaria desde el aula no solo permite fortalecer competencias técnicas, sino también formar líderes comprometidos con la transformación social y el bienestar colectivo. En tiempos de incertidumbre y desafíos globales, es reconfortante saber que en las aulas de La Salle se cultiva no solo conocimiento, sino también esperanza.

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